Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El turismo en ciudades patrimoniales (página 2)



Partes: 1, 2

La ambigüedad del concepto de
patrimonio
cultural es notoria tanto por el hecho de abarcar, como se ha
comentado, campos amplísimos y en constante evolución, como por la habitual
variación del propio concepto en función
del sujeto que lo usa. El patrimonio
cultural es, pues, un cuerpo vivo que no responde exclusivamente
al pasado, sino que convive con el concepto de
contemporáneo. Un cuerpo que incorpora numeroso material y
sistemas
metodológicos de traducción y transmisión tanto del
pasado como del presente.

El concepto de patrimonio material tiene que ver con la
transmisión de mensajes culturales vía objetos.
Unos objetos que hacen de verdaderos mensajeros de cultura,
así como de permanentes testimonios de hechos de
civilización.

La noción de patrimonio está asociada a la
idea de paso del tiempo. El
transcurrir del tiempo hace que los individuos y los grupos vinculen
el presente y el pasado, consolidando las nociones de continuidad
o cambio
histórico y cultural. Por diversas razones, la
comparación entre espacios de tiempo diferentes adquiere
perfiles muy nítidos si hay objetos de por medio que
ayuden a contrastar. Así, es fácil de comprender
que los objetos gracias a sus propiedades, fundamentalmente
materialidad y solidez, tienen la ventaja de durar, generalmente
más que las personas, presentándose a nuestros
sentidos de una forma que admite poca discusión, puesto
que no hay lugar a opinar sobre su existencia al hacerse
presentes antes nuestros sentidos en todo momento, y
además se pueden tocar.

El historiador G. Kubler ya sentenció
refiriéndose a los objetos "El momento que acaba de pasar
se ha extinguido del todo excepto por los objetos que ha podido
dejar". La materialidad y durabilidad de los objetos los hace
buenos agentes transmisores de mensajes a través del
tiempo, puesto que las trazas de hechos de civilización,
de datos de
contenido cultural, permanecen inscritos en esos objetos por
periodos mas o menos largos, apareciendo claramente ante el
observador atento, instruido y capaz de discriminar. Se trata de
darse cuenta, tal vez a simple vista, de los signos y
señales
inscritos en los objetos, para poder
profundizar en su interpretación. La idea de que algo ha
sucedido entre el tiempo del objeto y el nuestro, se vislumbra
claramente gracias al objeto.

El patrimonio está formado por objetos que
permanecen a pesar del paso del tiempo, sea en uso, sean en un
museo. El patrimonio entendido como objetos de la historia, son una
materialización de la historia; es decir es como la
historia materializada. Bajo esta óptica,
se obtiene un principio integrador de toda una serie diversa,
casi incalculable, de testimonios materiales de
la actividad humana, unos muy imponentes y conocidísimos y
otros mas bien modestos y desconocidos para la mayoría de
personas, que comunican cosas a quien quiera interesarse por
ellas, que hablan de culturas y civilizaciones, de
prácticas y costumbres, de creencias y rituales.
Así, se incluyen en el mismo conjunto patrimonial objetos
artísticos como los cuadros relevantes, objetos
monumentales, documentos
escritos, los primeros textos escritos y objetos
etnográficos como unos vestidos tradicionales de la
época.

Es evidente que los especialistas, ya sean
antropólogos, historiadores o arqueólogos, se
acercan al patrimonio desde diversas ópticas y a partir de
tradiciones disciplinarias distintas. Para ellos, el patrimonio
cultural histórico, es insustituible como objeto de
estudio ya que les sirve de puerta de acceso al pasado,
conjuntamente con la memoria y
la historia escrita. Para la mayoría de la humanidad
(incluidos los especialistas), el patrimonio es motivo de
inspiración, estímulo a la imaginación y la
curiosidad, suma de lecciones, fuente de sensaciones
físicas, visuales y tácticas, y catalizador de
sutiles emociones.

La definición clásica de turismo partía de
considerar el traslado o viaje como el elemento básico que
determinaba su existencia. Si bien ello es así en una
primera visión, actualmente se define el turismo como un
fenómeno más complejo donde intervienen otros
elementos, entre los cuales figuran: el alojamiento, la alimentación y la
recreación del viajero, además del
viaje propiamente dicho.

Esto ha conducido a definir el turismo como un sistema cuya
operación está integrada por diferentes actividades
que constituyen un conjunto indisoluble, sin tales componentes
resulta difícil concebirlo actualmente.

Por tanto, turismo es: viaje, estancia (por tiempo
determinado), recreación, conocer otras culturas, etc.
Unido a esto se adiciona un aspecto de índole puramente
económica que diferencia al turista de cualquier otro
viajero, el hecho de no representar una acción
lucrativa para quien lo realiza. Turismo es." (Kurr Krapf
& Walter Hunziker, 1942).

".. el conjunto de relaciones y fenómenos
producidos por el desplazamiento y permanencia de personas fuera
de su lugar de domicilio, en tanto que dichos desplazamientos y
permanencia no estén motivados por una actividad
lucrativa.

El turismo como acto consustancial al hombre y
vinculado a su necesidad de locomoción, conocimiento y
esparcimiento, ha derivado una enorme demanda extra
domiciliaria de uso y consumo
ocasional en transporte,
alojamiento, alimentación, información, entretenimientos, e infinidad
de otros servicios y
bienes
destinados a satisfacer al viajero.

Esto llega, a su vez, a comprometer y poner en
operación (total o parcialmente) las más diversas
actividades manufactureras y asistenciales en función del
turismo. De este modo, el turismo ha alcanzado la
denominación de "industria" por
su extraordinaria importancia económica y por involucrar
(directa o indirectamente) a disímiles actividades
generadoras de bienes y servicios.

En sus inicios, la realización del viaje
comportaba el aprovechamiento ocasional de bienes y servicios
existentes en el lugar, como respuesta a las propias necesidades
de la población residente y de los cuales
hacía uso el visitante.

En la actualidad, a consecuencia de la
estabilización y auge del turismo, el viajero dispone de
instalaciones, bienes y servicios creados expresamente para su
disfrute. Ello ha determinado el desarrollo de
una multiplicidad de establecimientos, productos y
servicios que están destinados en lo fundamental a la
atención del visitante, cuya demanda ha
pasado a ser razón para la existencia de tales actividades
económicas.

Esto permite aplicarle al turismo el concepto de sector,
partiendo de considerar que el mismo representa un conjunto de
"producciones" estructuradas con un determinado grado de integración y dirigidas a servir una
demanda relativamente homogénea.

Al emplear el término sector, para caracterizar
al turismo, es necesario distinguir algunas diferencias entre
éste y los restantes sectores económicos. De hecho,
es evidente que el enfoque económico del turismo, como
para cualquier otra actividad, implica la consideración de
dos elementos: el primero se refiere a la demanda (o sea el
consumo) y el segundo a la oferta (la
producción).

La característica atípica del turismo
establece que la fase final de su producción es de
servicios, aún cuando globalmente no está compuesta
únicamente por servicios. Por tanto, el resultado de tal
"producción" se manifiesta sólo al momento del
consumo. De ahí que sea una producción que se
"realiza" y "termina" en cada prestación del servicio, al
momento de su "consumo".

Un amplio número de actividades se enlazan con el
turismo, bien de un modo directo y exclusivo (debiendo a
él su origen y razón de ser) o indirectamente, como
campo de ampliación de su propio mercado. Un
guía-interprete que muestra un
monumento, es ejemplo típico del primer caso. Un
médico que atiende circunstancialmente a un turista
enfermo o accidentado, lo es del segundo.

En un destino turístico, grande o pequeño,
las llegadas de visitantes establecen una demanda y genera
ingresos que
involucran directamente a las empresas y
establecimientos que ofertan bienes y servicios requeridos por
los mismos, en cuanto a la hotelería,
el transporte, comercios y espectáculos, entre
otros.

Sin embargo, además de esas labores existen otras
que también participan o se benefician del turismo. En ese
conjunto se encuentran desde las entidades públicas
(correos, servicios asistenciales, seguridad, etc.),
donde hay que considerar también a la Hacienda
Pública (impuestos y otros
gravámenes); hasta el amplio conjunto de actividades con
diversas formas de propiedad que
comprenden, entre otras: teatros, salas de fiesta, instalaciones
deportivas, museos, tiendas, parques de diversiones, bares y
cafeterías.

Por otra parte, como resultado de las funciones que
realizan todas esas entidades, se genera un efecto indirecto en
un amplio espectro de otras entidades económicas.
Prácticamente, excepto algunas pocas ramas como puede ser
la industria pesada, el resto de la economía experimenta la influencia del
turismo. Ello se corresponde con la demanda inducida por el
funcionamiento de las entidades turísticas, para el
suministro de materiales y equipos (de inversiones y
otras obras), atender el flujo financiero interno y externo que
todo ello genera, el mantenimiento
y reparación de equipos y medios de uso,
la importación y distribución de productos y otras
muchas.

Todo esto forma una gran amalgama de relaciones y nexos
económicos que se inscriben dentro del denominado
"derrame" o "efecto multiplicador" del turismo, el cual
será más o menos importante según el
desarrollo del propio turismo y del grado de integración
alcanzado por la economía nacional.

La adquisición de artículos y otros bienes
que efectúan los visitantes durante su estancia en el
país receptor, sobre todo de aquellos que son elaborados
nacionalmente, constituye una auténtica exportación para las empresas productoras.
De hecho, y a los efectos comerciales, resulta lo mismo que el
turista consuma mercancías elaboradas en el país
visitado mientras se encuentra en éste o las adquiera en
el suyo propio, como resultado de una real exportación de
dichos bienes. De ahí el concepto de "exportación
invisible", interna o en frontera, que
se establece para tal fenómeno.

La trascendencia económica de esta venta "dentro de
frontera" se encuentra en la reducción de los gastos por
fletes, seguros,
embalajes y otros componentes que encarecen la operación
con el exterior. Por otra parte, la exportación
"invisible" facilita introducir nuevos productos en el mercado
exterior, que de esta forma son previamente evaluados y
promocionados en el propio país con menores costos.

El turismo es una actividad económica que genera
entrada y salida de divisas para los
países que intervienen en el mismo. En el caso de los
países receptores, las salidas ocurren como consecuencia
del proceso
inversionista, la importación de equipos y de otros bienes
y la repatriación de capitales, fundamentalmente. En
cuanto a las entradas, la fuente principal radica en los gastos
efectuados por los turistas durante su estancia en el
país.

De acuerdo con ese movimiento y
considerando que el saldo resultante sea favorable al país
receptor, se presenta la posibilidad de que el turismo disminuya,
compense o supere (con sus ingresos) el desequilibrio general de
la Balanza de Pagos
de ese país.

Anteriormente se mencionó el efecto que origina
el turismo en otros sectores de la economía y su
influencia en el desarrollo de diversas producciones y servicios.
Unido a esto se encuentra su efecto en la ocupación. El
auge del turismo provoca dos tipos de demanda de empleo. La
primera es transitoria, referida a la construcción de instalaciones. La segunda
es una demanda estable, que se corresponde con los trabajadores
necesarios para operar las instalaciones turísticas. No
obstante, este segundo tipo de empleo tiene, en ciertos momentos
y países, una forma de manifestación algo parecida
al primero; ello tiene que ver con las temporadas
turísticas, en las cuales se contratan trabajadores
eventualmente para atender una alta afluencia de
visitantes.

La presencia de los turistas origina impactos de muy
diverso orden en el ámbito social del destino o
país receptor. Algunos autores enfocan este
fenómeno como la consecuencia del "choque" de dos
culturas: la externa (el turista) y la interna (el nativo). Sin
embargo, los turistas no constituyen un conjunto homogéneo
de personas, dada su diversidad de orígenes, culturas,
modos de vida, etc. Ello es sólo una abstracción
teórica. En realidad se manifiesta una cierta tendencia a
la unificación, aunque lenta, de algunos aspectos del
comportamiento
social.

La influencia social del turismo en los países
receptores es un tema muy polémico, sobre todo por la
diversidad de impactos positivos y negativos que origina. En
esencia, los enfoques al respecto intentan fomentar las
resultantes consideradas positivas, mientras buscan controlar o
reducir los efectos indeseables.

Al considerar los efectos positivos que en el orden
económico y social genera el turismo, es necesario
también analizar las consecuencias negativas que aporta
para el país receptor, evitando un enfoque demasiado
optimista. Por ello, se plantean ciertas cuestiones a tener en
cuenta respecto al papel que debe desempeñar el
turismo.

La experiencia internacional aconseja, entre otras
cuestiones:

  • ? No asignarle únicamente el papel de
    captador de ingresos. Por el contrario, resulta necesario
    fomentarlo como elemento dinamizador o impulsor del resto de
    la economía. Aprovechar su efecto multiplicador es lo
    fundamental.

  • ? Es indispensable velar porque el desarrollo
    turístico no afecte al entorno natural y provoque
    fenómenos sociales indeseables (impactos sociales y
    medio ambientales).

  • ? La participación extranjera en el
    negocio turístico debe ser objeto de una adecuada
    regulación, a fin de reducir las actuaciones que
    generen excesivas erogaciones en divisas (por vía de
    la importación, etc.) y generar gastos adicionales al
    país.

En la Declaración de Manila (1990) promovida por
la OMT, se establece, entre otros aspectos, una concepción
del turismo que propenda a:

  • ? la conservación del patrimonio
    natural, histórico y cultural,

  • ? convertirlo en un factor de equilibrio social
    y de desarrollo del individuo,

  • ? la cooperación y comprensión
    mutua entre los pueblos.

La evolución histórica del turismo
muestra, como uno de sus antecedentes, aquellos viajes que
realizaban los miembros de la realeza y funcionarios del gobierno a
diferentes ciudades para conocer acerca de la evolución de
las comarcas del país. También se incluyen en esos
primeros viajes los que efectuaban comerciantes y empresarios
para evaluar la situación del mercado. Esos viajes
tenían como destino las principales ciudades donde
florecía la vida social y económica de la Europa del siglo
XVIII.

A esos viajes se adicionan posteriormente otros
motivados por la asistencia a fiestas, ferias y demás
eventos que
fueron caracterizando la posición de ciertas ciudades
europeas en la esfera del comercio, el
arte y
la ciencia
(París, Londres, Desdén, Florencia y Milán,
son ejemplos de tales fenómenos).

En los últimos años del siglo XIX ,en el
siglo XX y XXI, el auge de la cultura que tiene lugar en las
capitales de varios países, unido a la mayor facilidad de
transportación, propicia un aumento de los viajes con
destino a ciudades donde la vida cultural resulta un atractivo
señalado.

En la actualidad, este tipo de viaje muestra una
tendencia que continúa en ascenso y representa una de las
principales motivaciones para un segmento que crece
constantemente. A ello contribuye, tanto el desarrollo de eventos
de diverso carácter que tienen por sede una ciudad
como la masividad de un turismo que busca conocer la historia y
la cultura de otros pueblos.

El turismo de ciudad, asociado a las modalidades del
turismo cultural y de eventos, presenta hoy día sus
mayores exponentes en el atractivo que representan aquellas
ciudades donde subsisten manifestaciones de pasadas
épocas. En esas ciudades, las edificaciones, el folclore y
la vida de sus habitantes, constituyen generalmente un
imán que atrae una corriente de visitantes cuya presencia
es cada vez más numerosa.

El crecimiento turístico de muchos países
se ha enfocado tradicionalmente a destinos de playa, por ser uno
de los más demandados en los últimos tiempos,
dejando a un lado o menospreciando otras opciones entre las que
se encuentran las ciudades. Ello se justifica en parte porque los
recursos
históricos y culturales de muchas ciudades no han sido
debidamente promovidos, además de que requieren una
atención especial para lograr su gradual
incorporación al producto
turístico que puede ofrecer una ciudad en su
conjunto.

En ese orden, las ciudades con mayor posibilidad para
convertirse en un destino turístico, son aquellas que
cuentan con espacios donde se conservan manifestaciones de su
vida anterior. Para América
Latina, esos destinos están constituidos
principalmente por las ciudades antiguas, también
denominadas coloniales, o aquellas que aún conservan zonas
con tales características.

El término de ciudad antigua o colonial
identifica a todos aquellos asentamientos urbanos que fueron
creados en América
Latina y el Caribe durante la ocupación europea, ocurrida
fundamentalmente entre los siglos XVI y XVIII. Esas ciudades o
partes de ellas mantienen en la actualidad su fisonomía y
constituyen una muestra viviente de la arquitectura, la
cultura y las condiciones de vida de aquella época. Por
ello y ante el aumento del turismo cultural o de ciudad, son
susceptibles de utilizarse como un privilegiado atractivo para
ese empeño.

Para lograr el desarrollo turístico de una ciudad
que cuenta con un centro histórico o que toda ella es una
ciudad colonial, será necesario conjugar la
actuación de diversas organizaciones
públicas, privadas y sociales. En esa acción se
destaca el papel estratégico de las autoridades
municipales, al ser responsables directas de la gestión
y funcionamiento de cualquier ciudad.

En el mundo actual, se extiende la conciencia de que
una de las más genuinas riquezas de la humanidad son los
bienes de la cultura. Estos son, tanto materiales como
inmateriales. Entre los primeros se destacan los espacios y
edificaciones que por su naturaleza
histórica y arquitectónica se constituyen en
patrimonio. En los segundos se encuentran todas las
manifestaciones del arte y la cultura.

El convencimiento de que ese patrimonio forma parte de
la herencia
común de la humanidad ha motivado la actuación de
varias organizaciones internacionales en función de su
preservación, particularmente la Organización de las Naciones Unidas
para la
Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO). A resultas de tales acciones,
muchos gobiernos establecen a ese fin leyes y normas de
carácter nacional y se han creado instituciones
orientadas al fomento y conservación de ese
patrimonio.

La Convención para la protección del
patrimonio mundial, aprobada en la 17a. reunión de la
Conferencia
General de la UNESCO, define en su articulado cuales son objetos
y sitios que pueden ostentar la condición de monumento. De
acuerdo a ello son considerados monumentos:

  • Las obras arquitectónicas, de escultura o de
    pintura monumental, elementos o estructuras de
    carácter arqueológico, inscripciones, cavernas
    y grupos de elementos que tengan un valor universal
    excepcional desde el punto de vista de la historia, el arte o
    de la ciencia.

  • Los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o
    reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración al
    paisaje les dé un valor universal excepcional desde el
    punto de vista de la historia, el arte o la
    ciencia.

  • Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del
    hombre y la naturaleza, así como las zonas, incluidos
    los lugares arqueológicos que tengan valor universal
    excepcional desde el punto de vista histórico,
    estético, etnológico o
    antropológico.

  • Los monumentos naturales constituidos por
    formaciones físicas y biológicas o por grupos
    de esas formaciones que tengan un valor universal excepcional
    desde el punto de vista estético o
    científico.

  • Las formaciones geológicas y
    fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas
    que constituyan el hábitat de especies animales y
    vegetales amenazadas, que tengan un valor universal
    excepcional desde el punto de vista estético o
    científico.

  • Los lugares naturales o las zonas naturales
    estrictamente delimitadas que tengan un valor universal
    excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la
    conservación o de la belleza natural.

Por otra parte, la UNESCO creó un comité
gubernamental de protección del patrimonio cultural y
natural, denominado Comité del Patrimonio Mundial,
compuesto inicialmente por representantes de 21 países
elegidos por los estados miembros de la mencionada
Convención. Por lo antes expuesto debe tenerse en cuenta
las tres dimensiones del desarrollo
sostenible: lo económico, lo social y lo ambiental
para garantizar y alcanzar la sostenibilidad
turística.

La idea de patrimonio y la misma idea de patrimonio o
bien cultural nos sugieren que estamos ante algo de valor. Valor
en el sentido de valía, es decir, de percepción
de cualidades estimables en una cosa, no de valor en un sentido
lucrativo o especulativo. Se trata, pues, de un concepto relativo
sometido a las circunstancias de la percepción y del
comportamiento de las personas y, por lo tanto, dependiente de un
marco de referencias intelectuales,
históricas, culturales y psicológicas que
varían con las personas y los grupos que atribuyen
valor.

El valor instrumental, es decir el valor como recurso
turístico, didáctico o científico del objeto
no es el mismo en el contexto actual, que cuando era útil
en otra época a sus dueños. Pero tampoco es igual
al valor como recurso cultural de hace unas décadas,
cuando apenas había turismo. El valor como recurso de un
objeto patrimonial difiere también poco o mucho del valor
como recurso de un objeto del pasado, apreciado como tal, pero
que no ha sido declarado bien cultural, ni ha sido incluido en
ningún catálogo, y difiere claramente del valor
como utilidad del
mismo objeto en su contexto original y posterior. Son, todas,
etapas que hay que distinguir.

El antropólogo norteamericano W.D. Lipe sostiene
que los restos del pasado configuran un depósito de
recursos potenciales a nuestro alcance para ser utilizados en el
presente y en el futuro para el desarrollo cultural de nuestra
sociedad. Como
las circunstancias sociales cambian con el tiempo, así
como la manera de entender el mundo de la gente, no se puede
establecer una analogía previa entre recursos potenciales
y recursos efectivos. De manera parecida, el valor efectivo como
recurso para los distintos grupos
sociales de determinados objetos del pasado sólo puede
establecerse en función de contextos particulares. Para
Lipe estos contextos se configuran en torno a
circunstancias históricamente determinadas, como son: las
relaciones económicas, los criterios de gusto dominantes,
las creencias e ideas mayoritarias, y las formas y estructuras de
la
investigación en ciencias
sociales y humanas.

Este interesante planteamiento de Lipe es un intento de
sistematizar las razones por las cuales las personas de nuestro
tiempo seguimos apreciando, conservando y utilizando los objetos
del pasado. Ahora bien, es cierto que este esquema está
muy condicionado por la situación y el entorno de la
sociedad norteamericana, muy cambiante y muy condicionada por las
coyunturas políticas
y económicas, que obligan a los gestores del patrimonio
histórico, a los políticos y a la opinión
pública a pronunciarse a menudo sobre qué
sacrificar y qué salvar del legado histórico. Lipe
apuesta por proporcionarles un instrumento de reflexión
para orientar la toma de
decisiones.

Por lo tanto, partiendo de las ideas de Lipe, pero
asumiendo un carácter más universal y amplio, se
clasifican los valores de
referencia en tres grandes categorías convencionales: uso,
forma y símbolo.

a) Valor de Uso

El valor de uso es equivalente a los valores
económicos e informativo-científicos de otros
autores. Se evalúa el bien como elemento que sirve para
satisfacer alguna necesidad concreta, sea individual o colectiva,
o dar respuesta a algún reto u oportunidad. Además,
puede darse un uso inmediato y directo y un uso menos inmediato y
menos tangible, por ello distinguimos entre un valor de uso
tangible y un valor de uso intangible.

b) Valor Formal

El valor formal es equivalente al valor estético
de otros autores. Se evalúa el bien por la
atracción que despierta en lo sentidos y en función
del placer estético y la emoción que proporciona,
pero también en función de otros atributos
difíciles de conceptuar, tales como la preciosidad, la
apariencia exótica o el genio.

c) Valor
Simbólico-Significativo

El valor simbólico es el equivalente al valor
asociativo de otros autores. Se intenta evaluar el bien en la
medida que nos pone en relación con su creador o sus
usuarios en el pasado. El bien patrimonial u objeto
histórico designa, representa o evoca un personaje, una
cultura o un acontecimiento del pasado. El objeto
histórico presenta la singularidad de participar al mismo
tiempo del pasado y del presente. La propiedad del objeto
histórico de servir de enlace real con el pasado le
confiere un valor excepcional. Hablamos por lo tanto, de valor
simbólico en el sentido de que el objeto actúa de
presencia sustitutiva de alguien o algo, haciendo de nexo entre
personas separadas por el tiempo, por lo que son testimonio de
ideas, hechos y situaciones del pasado.

Tal como se ha comentado anteriormente, se pueden
complementar las definiciones y descripciones del patrimonio
cultural, añadiendo que es el conjunto de recursos
culturales de un lugar, creados y conservados por sus gentes a lo
largo de su historia.

Cuando este patrimonio se estructura
para su uso y disfrute, se convierte en producto cultural. Se
entiende por producto cultural aquel recurso en el que se puede
realizar una actividad (visitar, asistir, participar, estudiar,
comprar, comer,…) porque está formulada una propuesta de
accesibilidad al mismo (temporal, espacial y
económica).

Un recurso en el que la propuesta no está
definida previamente por el propietario o gestor del recurso, no
se considera producto, pues no es posible el uso y disfrute por
parte del público.

Cuando el producto se promociona fuera de su localidad,
se convierte en una oferta cultural, que es un producto cultural
promocionado mediante un programa de
actuaciones de comunicación, generales o
específicas, dirigidas a un público (publicidad,
folletos, libros,
Web,…).

Cuando se realizan sólo acciones de promoción "in situ", se considera como
producto cultural y no como oferta cultural.

El público atraído por el producto y la
oferta, realiza el consumo cultural. Se entiende por consumo
cultural la realización, por parte del público, de
la actividad propuesta en el producto cultural.

Los diferentes consumidores culturales pueden
clasificarse según varios criterios. Un criterio,
generalmente aceptado es el de considerarlos a partir del origen
de los mismos, surgiendo la siguiente
clasificación:

  • Residentes

  • Visitantes

  • Excursionistas, que visitan el lugar sin pernoctar
    en él.

  • Turistas, viajeros que pernoctan en el lugar. Dentro
    de estos se pueden encontrar diferentes tipos: negocios,
    congresos, incentivos, vacacionales y por supuesto turistas
    culturales.

Un aspecto primordial para fomentar el turismo es
el
conocimiento, por parte de la
administración local, de cuál es su patrimonio
turístico, toda vez que éste representa la base
para determinar la potencialidad del territorio. Un buen uso del
patrimonio, que favorezca su preservación y
conservación, además de constituir una
obligación colectiva también rinde frutos
económicos y sociales. Conocer y valorar el patrimonio
contribuye a renovar y reforzar las tradiciones, así como
a la afirmación de los valores ideológicos que
conforman la identidad
nacional. Por ello, cuidar el patrimonio es una tarea que se
convierte en factor de cohesión social y estímulo
comunitario. La promoción, aprovechamiento y
conservación del patrimonio ayuda a contrarrestar las
influencias negativas de patrones culturales ajenos a la realidad
social del país.

La riqueza turística del territorio es un
patrimonio: el patrimonio turístico. Este puede ser de
tres tipos: natural, histórico-monumental y
cultural.

El patrimonio natural está
constituido por el conjunto de elementos que conforman el
medio
ambiente, como son: el suelo, el agua, el
aire, la flora y
la fauna. Estos
elementos integran ecosistemas,
es decir, se encuentran interrelacionados. De acuerdo a la
ubicación geográfica, a sus condiciones de clima y al grado
de preservación de su estado
natural, los ecosistemas serán más o menos
ricos.

La manifestación más integral del
patrimonio natural es el paisaje. En él se integran el
suelo, con sus diversas características
orográficas, físicas, etc.; el aire, en cuanto
atmósfera, clima, vientos, etc.; el agua, como
grandes depósitos lacustres y corrientes fluviales; la
flora, en sus diversas modalidades como parques, áreas
campestres y zonas de reserva; y la fauna, con sus variantes
marítima, fluvial, terrestre, etc.

El patrimonio histórico
está conformado por sitios, edificaciones, monumentos y
urbanizaciones que son considerados patrimonio de la Nación;
así como por bienes muebles, mobiliario, pinturas,
esculturas, etc., con características similares. La
diversidad de componentes y la variedad de formas y estilos que
responden a diferentes épocas hacen necesaria una
clasificación de este tipo de patrimonio. Así, en
el caso de América Latina, puede clasificarse en:
prehispánico, colonial y contemporáneo.

El patrimonio histórico
prehispánico está representado por
los vestigios de las culturas indo americanas, fundamentalmente
por las obras de carácter religioso y los restos de
asentamientos primitivos, algunos de los cuales se han
constituido como zonas arqueológicas en varios
países de Latinoamérica.

El patrimonio histórico colonial
está constituido por las áreas urbanas y
edificaciones de los siglos XVI al XIX. Son
característicos de este tipo de patrimonio los centros
históricos de las ciudades coloniales y un gran
número de iglesias, conventos, palacios y otras obras
construidas en ese período, que incluye en muchos casos la
etapa de la Independencia.
Destacan en este aspecto edificaciones de gran valor como los
teatros, los mercados
monumentales y edificios de gobierno, así como villas y
urbanizaciones, plazas, paseos y bulevares.

El patrimonio histórico
contemporáneo lo constituyen las
edificaciones y monumentos realizados en este siglo, que por sus
características arquitectónicas, artísticas
y por su significado, resultan obras que deben ser
preservadas.

El patrimonio cultural está
definido fundamentalmente por el conjunto de manifestaciones y
expresiones de la vida colectiva que se manifiestan en las
costumbres y tradiciones. Así, patrimonio cultural son las
fiestas y ferias populares, la riqueza étnica, el
vestuario, la artesanía, la comida típica, la
música
popular y los bailables, entre otras manifestaciones.

Diversos componentes del patrimonio forman parte de los
denominados recursos turísticos. Conjuntamente con
ellos se incluyen todos aquellos componentes esenciales de la
actividad turística, como son: las instalaciones de
alojamiento, alimentación, recreativas, deportivas,
etc.

A la administración local le corresponde un
papel de gran importancia en el cuidado y conservación del
patrimonio. Aún cuando en la mayoría de los
países las leyes reservan a las autoridades centrales las
atribuciones generales de regulación y control del
patrimonio histórico y natural, el gobierno municipal debe
ser un activo colaborador en esas tareas.

Hay que tener presente que uno de los grandes atractivos
para el turista nacional o extranjero lo constituye la
posibilidad de cambiar de ambiente y
disfrutar de las diferencias socio-culturales, tales como: los
paisajes y bellezas naturales, las opciones de diversión y
distracción que se abren al entrar en contacto con el
folclor, la gastronomía local, las tradiciones
populares y los festejos típicos. Estos son algunos de los
atractivos que puede ofrecer el municipio, conjuntamente con el
esparcimiento, la práctica de deportes, el goce estético
en la contemplación de obras de arte, monumentos, museos y
el arte popular.

Puede afirmarse que los países que tienen
ciudades patrimoniales existen municipios que cuentan con un
arsenal de recursos
naturales, histórico-monumentales y culturales, los
cuales permitirían convertir al turismo en una
opción factible para su desarrollo. Este puede ser
complementario o principal, dependiendo de la magnitud y calidad de esa
riqueza patrimonial. El acercamiento de los visitantes al
patrimonio implica convertirlo en un producto turístico,
el cual debe ser gestionado desde el paradigma del
desarrollo sostenible, teniendo en cuenta sus tres vectores,
social, medioambiental y económico e incluyendo la
dimensión educativa .Se deben tener en cuenta
además las cinco C, incluidas por la UNESCO en las
convenciones referidas a la conservación del Patrimonio:
credibilidad, conservación, creación de
capacidades, comunicación y comunidad,
sólo con su integración podrá lograrse los
objetivos
referidos al bienestar, paz, seguridad en la Convención
del Patrimonio Mundial para su protección.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Julián Gregorio Pérez
Delgado

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter